Directamente desde la capital, el reconocido periodista Iquiqueño Mauricio Villafaña – ex contertulio del Show de Goles – nos colabora con una columna de opinión sobre el actual DT de Deportes Iquique, Nelson Bonifacio Acosta. Adelante, pasen a leer.
De uno de los primeros partidos que vi en mi vida (Iquique v/s O’Higgins en Rancagua), algo que mi memoria jamás desechó fue el juego de un uruguayo calvo que le daba a lo que se moviera y que sacó chispas, si no mal recuerdo, con Pipí Carreño que por supuesto no se achicó. Su nombre: Nelson Acosta. Con el tiempo lo vería más seguido y conocería personalmente su estilo campechano, desconfiado y mecha corta, pero ese es otro tema.
Como futbolista, lo de Acosta siempre fue destruir y quitar para proteger y cuidar el balón, aun a punta de canillazos, esa fue siempre su misión. Y lo hacía con no menos esmero que éxito. El recuerdo no es solo el de un guapo, sino de un matón al borde de la leche mala. Quizás yo era muy chico para comprender una naturaleza que demostró resultarle en su exitosa carrera como entrenador, la que no recorreremos ahora.
Lo que hoy me importa es que en el ocaso de sus días como DT, Nelson Acosta se ve enfrentado a demostrar lo que a mi juicio ha sido su principal deuda con el fútbol: su herencia. Más allá de si nos gusta o no su juego, al hombre le ha ido bien en eso de parar equipos y conseguir resultados, pero solo eso. Entonces, a diferencia de Riera, Alamos, Jozic o Bielsa, es el (buen) legado fuera de la cancha lo que se echa en falta. Su visión de estadista pelotero es lo que nunca en Nelson Bonifacio Acosta López me ha resultado nítida.
Pero Acosta, que en su juventud debió pelar el ajo para debutar y tener continuidad recién a los 25 años, parece estar tomándose revancha cuando se niega sistemáticamente (incluso inclumpliendo el reglamento) a promover nuevos valores. Y contra los críticos de esta actitud, se jacta de haber hecho debutar a Alexis a muy temprana edad, ¿frente al de Tocopilla había otra opción?…
Pragmático, resultadista, Acosta es de los que no arriesga más de lo necesario, no se quema ni se juega públicamente por nadie. Y ahora, en su último cuarto de hora en el fútbol activo, parece no estar dispuesto a una locura postrera que demuestre lo contrario. Y mucho de eso hay cuando vemos que no solo muestra públicamente su desconfianza hacia los jóvenes iquiqueños, también están los testimonios del gerente Leonardo Más y del jefe de cadetes Erick Guerrero, quienes por la prensa han reconocido los malos tratos y faltas de respeto del calvo estratega con los dragoncitos. Y eso es complejo y debe molestar.
Lo que quiero decir es que Nelson Acosta tiene hoy la oportunidad de hacer historia con Iquique, o al menos echara andar un futuro ciclo exitoso. Y si bien cuando firmó en Iquique, sabía delas canchas malas y las vacas flacas, tiene a su favor una hinchada rezongona pero que pide constantemente ver iquiqueños en cancha; un grupo de jóvenes con hambre pero sin su confianza; un reglamento que le exige ponerlos, y la expresa voluntad dirigencial de proyectar nuevos valores. Si este no es el escenario preciso, ¡cuándo! Podrá no pelear arriba, podrá pasar zozobras, e incluso irse a la B, pero habrá apostado fuerte, habrá sembrado algo… a la luz de los últimos acontecimientos (no se fue, no lo echaron y salvo una nueva incorporación, se quedara con el mismo plantel) sabemos que no será así, jugará con los 12 o 13 en quienes confía y el final de todo esto solo lo conoce el destino…
Por eso me inclino a pensar que la elección del DT no es coherente con el contexto de cierta precariedad que ofrece hoy el CDI, que exigiría una actitud más osada y flexible. De ahí que tiendo a creer que la estancia de Acosta en Iquique es sinónimo del extravío de una embarcación que reclama mejor rumbo. Un funcionario que no se ajusta a las directrices de la administración, que la critica públicamente, que se niega a cumplir incluso los reglamentos, no puede estar en sintonía con el proyecto y sus líderes. Cabe preguntarse, entonces, cuál es el proyecto: ¿aguantar con los consagrados que se tienen? ¿Proyectar a los que vienen de atrás, aun arriesgando en lo deportivo? Esa es una directriz básica que la decisión de contratar a un técnico de sus características demuestra que ni los dueños del club la tienen clara.
Por ahora solo sabemos que tendremos al bueno de Nelson Bonifacio por un tiempo más, quitando y raspando al que quiera hacer naufragar su última oportunidad de dirigir en su vida. Refunfuñando con casi todo y echándole la culpa al empedrado. Sobreviviendo en una cancha tan mala como las de su natal Paso de Los Toros, pero ahora sin la ilusión de arriesgar ni hacer historia, solo con la conformidad como tic eterno…